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Los mejores estrenos de esta semana en el cine

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Todos los fines de semana desembarca en la cartelera de nuestros cines un buen número películas inéditas en cada país, y pensamos que, al margen de las reseñas determinadas, merece la pena el esfuerzo de analizar las más que nos sea posible e informarnos de qué ha dicho del resto la crítica internacional, de modo que esto os sirva de guía para saber cuáles de los estrenos a este y al otro lado de nuestro Atlántico pueden interesaros ir a ver a las salas, y reducir el peligro de salir luego escaldados de las mismas.

El filme que más destaca en estas fechas, al menos en cuanto a número de copias repartidas por el mundo, es la hollywoodiense La momia (The Mummy, 2017), con el que Universal Pictures pretende relanzar su Dark Universe de monstruos terroríficos a la manera de Marvel Studios y DC Comics. Ha sido dirigida por Alex Kurtzman, que sólo tenía en su haber como director Así somos (People Like Us, 2012), guiones como los de La isla (The Island, Michael Bay, 2005) o Star Trek (J. J. Abrams, 2009) y el desarrollo de series como Fringe (Abrams, Kurtzman y Roberto Orci, 2008-2013) o Star Trek: Discovery (Bryan Fuller y Kurtzman, desde 2017).

Los analistas le han dado para el pelo a este blockbuster protagonizado por Tom Cruise como Nick Morton, Russell Crowe como el famoso Henry Jekyll, Annabelle Wallis como Jenny Halsey, Sofia Boutella como la peligrosa Ahmanet o Jake Johnson como Chris Vail. Desde El Periódico, el español Nando Salvá ha declarado que se trata de “un chorreo constante de acción y destrucción” en el que “vuelan las balas y nadie finge preguntarse de dónde vienen”, de “una película casi tan muerta como el personaje que le da título”. Para el argentino Ezequiel Boetti, del Página 12, “la buena noticia es que La momia, sin créditos, [sólo] dura 100 minutos”. Y el estadounidense Peter Travers ha publicado en la revista Rolling Stone que no es más que “un monstruoso fracaso”.

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'La momia' - Universal

En Rotten Tomatoes tiene una valoración del diecinueve por ciento y, por añadidura, en Filmaffinity, las votaciones populares han arrancado con un significativo 4,5 de nota media, y en la muy indulgente Internet Movie Data Base, con un 6,3. En cambio, la recepción de la animada Capitán Calzoncillos: Su primer peliculón (Captain Underpants: The First Epic Movie, 2017), que ya se puede ver en España, no ha sido tan calamitosa. Dirigida por David Soren, que antes únicamente se había ocupado de los diálogos adicionales de El Espantatiburones (Shark Tale, 2004) y la realización de Turbo (2013), ha cosechado críticas positivas sobre todo, pero no unánimes.

Hay que aclarar, sin embargo, que quien acuda a los cines en los que se proyecte esta película con la esperanza de contemplar otra obra de animación para grandes y pequeños, al estilo de Pixar o incluso de la propia DreamWorks, ya debe ir olvidándose. Es vivaz, bulliciosa e imaginativa, pero sin demasiado ingenio ni el propósito de enamorar a los espectadores adultos. Además, traducen los nombres de los personajes en la versión doblada como si los niños no pudieran comprender que las personas de otros países se llaman de manera diferente a la española. En Rotten Tomatoes luce un ochenta y cinco por ciento de valoración, y en Filmaffinity e IMDb, una nota media inicial del 6,1 y el 7,1 respectivamente.

El actor Ewan McGregor se ha emprendido su labor detrás de las cámaras con el largometraje American Pastoral (2016), adaptación estadounidense de la novela homónima de Philip Roth que también protagoniza como Swede Levov, acompañado de Jennifer Connelly, Dakota Fanning, Peter Riegert, Rupert Evans y Julia Silverman como Dawn, Merry, Lou, Jerry y Sylvia Levov, de las televisivas Uzo Aduba (Orange Is the New Black) y Molly Parker (House of Cards) como Vicky y Sheila Smith, Valorie Curry como la perversa Rita Cohen y David Strathairn como el narrador Nathan Zuckerman.

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'Capitán Calzoncillos' - DreamWorks

El público que la contemple a partir de hoy en España quizá se dé cuenta de que el drama de la película es interesantísimo, de tal forma que de él podría salir hasta un peliculón fascinante. El problema es que McGregor carece aún de un estilo definido como cineasta y, así, de la capacidad para ofrecer una planificación habilidosa que insufle de potencia emocional a las imágenes en movimiento que rueda y somete al correspondiente montaje. Ese ha de ser el motivo del veintitrés por ciento de valoración en Rotten Tomatoes y, de entrada, del 5,3 en Filmaffinity y el 6,1 en IMDb como nota media.

A Una policía en apuros (Raid Dingue, 2016), quinto largo del cómico Dany Boon que estuvo diez semanas en la cartelera francesa y ahora se cuela en la de España, no se le ha dado mucho crédito como buddy movie, y Alberto Luchini acusa en ella desde El Mundo “toneladas de estulticia”, que se han ganado un 5,1 en IMDb. Por otro lado, la crítica ha sido agradable con Pieles, el debut en la dirección del joven intérprete madrileño Eduardo Casanova, y si Jordi Costa concluye en El País que “hay mucha luz y mucho genio en esta película lacerante y retorcidamente hermosa”, Jonathan Holland asegura en The Hollywood Reporter que “a pesar de que carece de profundidad y, a veces es torpe, la película es convincente y estimulante”, pero ahí tenemos el 4,7 de nota media actual en Filmaffinity y el 6,5 de IMDb.

La minoritaria Patria, tercer filme del catalán Joan Frank Charansonnet, ha sido acogida con tibieza por la crítica española, e incluso Eulàlia Iglesias habla en El Confidencial del “gatillazo del Braveheart catalán”. Y con el octavo largo de la francesa Nicole Garcia, que se tradujo como El sueño de Gabrielle o Un momento de amor (Mal de pierres, 2016) y fue hipernominado a los Premios César pero se fue con las manos vacías, ha habido una gran ambivalencia, desde lo que ha escrito el mexicano Leonardo García Tsao para La Jornada sobre que “la película peca de obviedad” hasta lo de Samuel Castro en el El Colombiano: “La película toma vuelo y se convierte en algo más bello y trascendental de lo que hacían pensar sus imágenes”. Sea como fuere, en Rotten Tomatoes luce un veintidós por ciento de valoración, y una nota media en Filmaffinity e IMDb de 5,9 y 6,7.

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'Pastoral americana' - Lakeshore

La francesa Testigo (La mécanique de l’ombre, 2016) es la opera prima de Thomas Kruithof y el último de los estrenos semanales en España, encabezado por el conocido François Cluzet como Duval, al que arropa Simon Abkarian como Gerfaut, Denis Podalydès como Clément, Sami Bouajila como Labarthe o Alba Rohrwacher como Sara. Es un thriller de oscuras intrigas políticas frío, metódico y, en última instancia, convincente, que no deslumbra jamás pero tampoco molesta, aburre o indigna. Una elección razonable, con un 6,3 de nota media tanto en Filmaffinity como en IMDb.

Los cines de México lanzan su Maquinaria Panamericana (2016), el primer largometraje de Joaquín del Paso, que logró tres nominaciones a los Premios Ariel, y del que Arantxa Luna, por ejemplo, ha comentado en Cine Premiere que “funciona desde el nivel más tangible: el telón de fondo plagado de una topología laboral”. Las críticas que ha conseguido son elogiosas, y Filmaffinity e IMDb le han dado un 5,4 y un 6,3 de nota media popular. Por otro lado, A Family Man (2016), el debut del yanqui Mark Williams, no ha tenido tanta fortuna: el estadounidense Dennis Harvey se ha unido al destrozo desde Variety y señalado el “exhibicionismo que acomete con un gusto forzado que sólo subraya la cadena de clichés manipuladores”, y el ridículo trece por ciento de valoración en Rotten Tomatoes y el 6,3 de IMDb parece que confirman el desastre.

Los mexicanos también pueden zamparse ya Bienvenidos a Grecia (Highway to Hellas, 2015), segunda película del alemán Aron Lehmann, una comedia regional complaciente, simpática y pintoresca, a veces desmadrada, sin muchas pretensiones, alardes o pavoneos de ningún tipo ni problemas de gravedad, que se ve con agrado y se olvida con rapidez. La media de 4,2 en las votaciones de Filmaffinity y de 5,3 en IMDb exageran a la baja a todas luces. Y otra comedia, titulada El peor hombre del mundo (2016), se ha hecho un huequecito en la cartelera de México. La dirigió Edgar Rocca, y desde Ideas de Babel, Pablo Gamba la considera “otro intento reciente en el cine venezolano de hacer una comedia romántica de cierta calidad”. No se puede decir que sea poca cosa tal como está el patio en la República Bolivariana.

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'Testigo' - Casting7, Scope, Silenis

El bar (2017), la última farsa del español Álex de la Iglesia, ha aterrizado en Argentina, y las opiniones tan dispares que ha despertado llaman la atención. Para Alexis Puig, de Infobae, “es una película tan graciosa como brutal”, y para Pablo O. Scholz, del Clarín, “cuando la trama ya se ha desarrollado y tiene que pegar la curva, se estanca”. Sea como fuere, los votantes de Filmaffinity le han colocado un 6,4, y los de IMDb, un 6,7 de nota media. También se estrena allí la italiana Felices sueños (Fai bei sogni, 2016), del veteranísimo Marco Bellocchio, que ha sido aplaudida por la mayoría de la prensa especializada; como el ABC “por boca” del español Antonio Weinrichter, quien está convencido de que no hay otro que no haya contado su historia “de forma tan elocuente, tan redonda”. Al menos, como para que le pongan un 6,3 de media en Filmaffinity y un 6,7 en IMDb.

Pero de las que tal vez se exprese una mejor opinión crítica entre todos los filmes de estreno sea, por un lado, la japonesa Una voz silenciosa (Koe no katachi, 2016), el segundo largo animado del televisivo Naoko Yamada, que ahora se planta en Argentina; y por otro, La doncella (Ah-ga-ssi, 2016), del coreano Park Chan-wook, que se exhibe en Colombia. La primera “es una película seductora: sutil, sensual y delicada”, según lo que ha publicado el británico Peter Bradshaw en The Guardian; y la segunda, en verdad, un sobrevalorado drama de deseo, componendas y engaños, exquisito pero no tan tentador como se pretende. Rotten Tomatoes las reconoce con un noventa y cuatro y un noventa y cinco por ciento de valoración, y Filmaffinity e IMDb, con una media de 7,7 y de 8,3 para el drama romántico de Yamada, y un 7,6 y un 8,1 para el de Chan-wook.

Peruanos y guatemaltecos ya pueden averiguar cómo está Un don excepcional (Gifted, 2017), del estadounidense Marc Webb, y comprobar si es tan fallida como aseveran los críticos, sea el yanqui Chris Nashawaty en Entertainment Weekly, que la tacha de “lo más sentimentaloide que se puede conseguir”, o el chileno Ernesto Garratt, de El Mercurio, para quien “su historia se desinfla a la mitad y se convierte en algo predecible”. En Rotten Tomatoes comprobamos que luce un sesenta y seis por ciento de valoración; en Filmaffinity, una nota media de 6,2; y en IMDb, de 7,7.

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Pantaleon

A la maltratada cartelera venezolana se ha venido Si no despierto (Before I Fall, 2017), el cuarto largometraje de la neoyorkina Ry Russo-Young, del que el estadounidense Gregory Ellwood ha sentenciado desde The Playlist que “es un entretenimiento agradable para todo el mundo”, y su compatriota Anthony Kaufman en Screendaily, que “debería satisfacer a su público y a otros que buscan un entretenimiento sano con un mensaje positivo”, mientras que su valoración es del sesenta y siete por ciento en Rotten Tomatoes, y su nota media en Filmaffinity y en IMDb, 5,7 y 6,4 respectivamente.

Y por último, las salas ecuatorianas acogen ahora Z. La ciudad perdida (The Lost City of Z, 2016), del respetado James Gray, que suma un ochenta y ocho por ciento en Rotten Tomatoes, y un 6 y un 7,1 en Filmaffinity e IMDb. Se trata de un filme desapasionado sobre la pasión de la búsqueda suicida y el descubrimiento imposible, equilibrado, en algunas ocasiones languideciente pero siempre honesto.

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Cuando Televisión Española da pábulo a la parapsicología y las alertas ovni

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No es que la programación antes catódica del verano sea precisamente de una calidad incuestionable, ni que las contertulias del programa Amigas y conocidas, emitido de buena mañana en La Primera de Televisión Española, se encuentren todo el año muy alejadas de esa maravilla que el gracejo popular ha querido definir como cuñadismo. Pero lo que ocurrió anteayer cuando abordaron las sextas jornadas de parapsicología que ha vuelto a organizar una edil de la localidad madrileña de Guadarrama, asunto que también se las trae por las mismas razones, transgrede todos los límites de la ética periodística más elemental y socaba el propósito de servicio público de la cadena.

Este programa se transmite desde septiembre de 2014, es la adaptación de The View, que hoy cumple una veintena de años en la parrilla de la ABC estadounidense, lo dirige Alberto Maeso y se define como “una tertulia de mujeres que hablan de la vida sin tapujos”; aunque, por lo visto, quizá deberían añadir: “… y sin conocimiento”. La conductora habitual de sus entrevistas y debates es la veterana Inés Ballester, pero en la época estival la sustituye Berta Collado, quien anteayer se rodeó de la actriz y presentadora Sonia Ferrer y las periodistas Carmen Ro, Silvia Tarragona y Cristina Cubero para que aportasen su opinión sobre diversos asuntos de actualidad.

Y el primero de esos asuntos que trataron fue el de las jornadas parapsicológicas antedichas que la concejala Leonor Villazala lleva organizando desde 2012, en nombre del Ayuntamiento, durante las que se realiza una alerta ovni con la participación de los dizque investigadores del Grupo Daguian y Dimensión Insólita, en busca de avistamientos de naves alienígenas y señales de otros mundos utilizando para ello equipos de observación, prismáticos y telescopios en la noche veraniega. Así pues, escuchamos en Amigas y conocidas el socorrido tema principal de la serie The X-Files, y Collado anunció que “iban a hablar de ovnis”, tras lo que tuvo a bien preguntarles a sus colaboradoras “si creían en ellos” antes de “dar paso a una persona que sabe mucho de esto”.

jornadas de parapsicología de guadarrama
Ayuntamiento de Guadarrama

Cristina Cubero respondió que “por supuesto” que cree; Silvia Tarragona, que “al mil por mil”; Carmen Ro, que “sí a la vida extraterrestre”; y Sonia Ferrer, que sí a lo mismo pero alberga serias dudas de que haya “objetos voladores que vienen de otros planetas”. Y remató Collado: “Somos creyentes total”. Prometedor comienzo. Y continuó la presentadora: “En verano parece que es cuando más avistamientos de ovnis se producen o, bueno, cuando la gente dice más creer haber visto un objeto volante no identificado”. Será por el tiempo libre de las vacaciones. Luego, se asomó “la ufóloga” Villazala, “gallega y un poco bruja en el buen sentido”, la cual expuso en qué consisten sus jornadas de parapsicología.

Esta señora entró en el Ayuntamiento de Guadarrama como representante de Izquierda Unida en 2007, aunque dicho partido asegura que Villazala carece de cualquier vinculación con ellos a día de hoy. En su currículo consta que es auxiliar de enfermería y de farmacia y, atención, terapeuta de reiki, cuyos practicantes pretenden curar enfermedades y dolencias restaurando el equilibrio de “la energía vital” o chi con la imposición de manos, una energía que, por supuesto, no existe, en una pseudoterapia que, claro, es más inútil que unas gafas para Voldemort. Sostiene que su interés por el esoterismo lo mamó en el hogar paterno y que goza el don de “ver más allá de las personas” y “sentir qué tipo de energía transmiten”, heredado de una de sus abuelas.

Con estas credenciales, no es de extrañar que la edil se fuese por los cerros de Úbeda, o por los de la sierra de Guadarrama, cuando Collado le preguntó por “la polémica” que ocasiona que se destine presupuesto público a semejante fin, y al perseverar Sonia Ferrer en ello, Villazala contestó: “Tenemos un gabinete de prensa al que se le paga un dinero al año para divulgar todo lo que se organiza en nuestro pueblo”. Es decir, obviamente, los gastos de diseñar, imprimir y colgar los carteles de las jornadas parapsicológicas y la difusión de las mismas en los medios se cubren con ese capital público, aunque la entrevistada señale que es incierto y, después, se contradiga y afirme que el coste es insignificante si se consideran los beneficios económicos, ya que las personas que acuden a Guadarrama para atisbar los bugas interplanetarios de los hombrecillos verdes consumen allí.

jornadas de parapsicología de guadarrama
Sonia Ferrer y Carmen Ros - TVE

Y Silvia Tarragona, obviando un desprestigio de tal calibre para las instituciones públicas por la promoción activa de irracionalidades con el pretexto del dinerito rico, tomó la palabra como sigue: “Cuando ustedes hablan de objetos volantes no identificados, tienen que explicarlo muy bien porque, si no, quizá los descreídos —que no es mi caso— no lo tendrán muy claro”. A lo que, en una pirueta poco comprensible, Villazala respondió: “Bueno, nosotros tampoco creemos en los ultras [del fútbol] y, sin embargo, los promocionan”. Por supuesto, como en ese deporte, su contestación es lo que se denomina echar balones fuera, y una evasiva innecesaria por completo.

Pero no fue la única que se salió por peteneras pues, cuando una más sensata Sonia Ferrer comentó que jornadas como estas se tendrían que realizar, si acaso, sin el apoyo de una entidad pública porque nos referimos a pseudociencias, Carmen Ro le replicó lo siguiente, no sin antes soltar la afirmación más innegociable en estos casos, que cada uno puede creer en lo que quiera: “Si a lo mejor organizan unas jornadas gastronómicas sobre la morcilla, no te parecería mal que prensa del Ayuntamiento gastara dinero en informar sobre la morcilla; pero si es sobre ovnis, ¿te parece que es un dinero público mal invertido?”. Pues algunos suponemos que dependerá de si esa morcilla causa ardor de estómago como le estomagan las pseudociencias al raciocinio más sano.

Las incógnitas de mayor enjundia e importancia periodística, no obstante, se las planteó Cristina Cubero a Villazala, y no son cómo se atreve a convertir sus creencias personales en una convocatoria del Ayuntamiento: “¿A usted le molesta que la llamen friki? ¿Está acostumbrada a que la llamen así?”. Y la concejala se lo dejó cristalino: “Muchos se pueden pensar que esto se llena de frikis, y no: se llena de investigadores, de gente que ha estado en la NASA y que se interesa por saber que hay algo más allá. Y eso lo sabemos todos, y lo saben también los Gobiernos, que se lo tienen callado”. Tracatrá. Pero la traca definitiva, se ve que por aquello de concluir por todo lo alto, fue de la presentadora y sus dos últimas preguntas.

jornadas de parapsicología de guadarrama
Patrocinadores de las Jornadas de Parapsicología - Ayuntamiento de Guadarrama

La primera, sobre lo que la edil le diría “a toda esa gente que, si no se lo prueban empíricamente, no creen en ello”, una postura de lo más irreflexiva: “Que me respeten a mí y a la gente que cree que hay algo más allá, que hay muchos planetas y que seguramente…”. “… no estamos solos”, terminó Collado. “Yo también lo creo, Leonor”. Y la segunda pregunta no tiene desperdicio: “Como es un poquito bruja, ¿puede traspasar la pantalla y, de repente, decirnos qué energía le transmitimos y qué va a pasar con nosotras de aquí a mañana?”. No pudo, por supuesto. Y el epílogo, tras despedir a Villazala, fue por si todo lo anterior no había sido suficiente: “Al final no hay que cuestionar nada; las creencias de cada uno son las creencias de cada uno”, apuntó Collado. “No podemos ser tan arrogantes, no podemos creer sólo en lo que vemos”, coronó Silvia Tarragona. “Hay cosas que no vemos y que existen, energías que están a nuestro alrededor y que existen”.

Pero aclarémoslo de una vez por todas: de lo que debe estar seguro un profesional del periodismo que pretenda esforzarse en no dar puntapiés a la deontología y, en el caso de los que trabajan en la radiotelevisión estatal, a la exigencia de servicio público en la veracidad y provecho de sus informaciones, es si los asuntos que tocan son materia opinable o sólo dependen de los hechos verificados. No hay duda de que cualquiera puede querer distinguirlo por simple rigor intelectual pero, para los periodistas, se trata de una obligación porque somos los responsables de mantener informada a la ciudadanía y de ayudar a que sepa hacer esa distinción y, si corresponde, a que cada uno moldee razonablemente su propio criterio en temas flexibles.

Así, cuestiones subordinadas al análisis científico como la naturaleza del universo y cuanto obra en él no las debe plantear un periodista en términos debatibles ni de creencias, sino de investigación y conocimiento: saber y no creer u opinar, y ser conscientes de nuestros límites en cada etapa de la experiencia y el estudio humanos. Lo cual incluye poner coto a los planteamientos pseudocientíficos para que el público no se lleve a engaño ni sea víctima de los charlatanes de cualquier índole, sin indefiniciones ni equidistancias que puedan dar a entender, ahora en concreto, que la realidad de los poderes psíquicos, el mundo oculto y los ovnis alienígenas es opinable o, peor, que de verdad hay por ahí médium, adivinos, telépatas, psicoquinéticos, viajeros astrales o espíritus y que hemos visto platillos volantes e incluso contactado con seres extraterrestres.

jornadas de parapsicología de guadarrama
Silvia Tarragona y Cristina Cubero - TVE

El espacio-tiempo es tan inconcebiblemente vasto, y el cosmos se expande a tal velocidad, que el hecho de que dos especies inteligentes se topen la una con la otra en el mismo punto y en el mismo instante de la historia del universo es una posibilidad muy, muy, muy remota, ridícula a fin de cuentas. No resulta inadmisible pero sí sumamente difícil, y esta situación no se debe a un capricho escéptico: son puras matemáticas. Por otro lado, aparte de los comportamientos ilógicos que les atribuyen a los alienígenas, la inmensa cantidad de personas, y de numerosos países, que deberían compincharse para mantener en la ignorancia a la población de todo el planeta sobre los pretendidos contactos con ellos es tal que, puf, no tiene ningún sentido plantearlo siquiera. Y ahora que la gran mayoría dispone de una cámara fotográfica en el bolsillo, la del teléfono móvil, el número de supuestas pruebas y testimonios de avistamientos se ha reducido casualmente de forma drástica.

Y es que las premisas de los cazaetés no se sostienen por mucho que se obstinen en ello, más que nada porque lo parapsicológico y la ufología son pseudociencias, en efecto. Nadie ha sido capaz de demostrar lo contrario con la oportuna precisión científica en toda la historia, ni ofreciendo un millón de dólares por conseguirlo, y uno no puede decir que sabe algo a ciencia cierta sin la capacidad de exponer también cómo lo sabe. Por ello, no debemos titubear al insistir en que el trato de estas jornadas parapsicológicas de Guadarrama con sus alertas ovni en Amigas y conocidas es absolutamente inaceptable para la ética del periodismo y la vocación de servicio público de Televisión Española.

Incumpliendo las directrices para los profesionales de la cadena estatal con la aprobación de Alberto Maeso, jefe último de este programa matinal, Berta Collado y sus colaboradoras entrevistaron a alguien que no es digna de crédito ninguno en el tema del que hablaba, el cual plantearon como un asunto debatible y no propio de un examen científico, un tratamiento tan absurdo como debatir si existen los duendes, si la Tierra es plana o si funciona la acupuntura y la homeopatía. Lo mínimo exigible hubiera sido que las tertulianas presentes supiesen de lo que estaban tratando para no convertir la conversación en un revoltijo de falacias, y que al final se dejasen sentados los hechos incontrovertibles con otra entrevista a un verdadero experto o con un minirreportaje para que los espectadores llegaran a la conclusión correcta. Porque no es de recibo que la tele pública dé pábulo a la irracionalidad traicionando su vocación de servicio, y que acreciente así los males de la falta de cultura científica que padecemos.

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Todas las diferencias entre la novela de ‘Ready Player One’ y la película de Spielberg

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Uno de los mayores sueños húmedos para los empollones de la tecnología y de la cultura popular ochentera, geeks y frikis por igual, fue el mundo que trajo consigo la publicación en noviembre de 2011 de Ready Player One, la exitosa novela escrita por el yanqui Ernest Cline. Lo cierto es que, como obra de literatura, se muestra bastante limitadita en su estilo y la profundidad de sus personajes es tan escasa como sus conflictos interiores, pero fue bien acogida por la crítica especializada: Janet Maslin, por ejemplo, la calificó en The New York Times como un “nerdgasmo” con todas las de la ley; además de recibir merecidos elogios por su incuestionable entretenimiento de parte del escritor George R. R. Martin, papá de la saga de Juego de tronos. Se lee con gusto, no hay duda.

Los mismos que la amaron al devorarla aplaudieron la noticia de que el célebre Steven Spielberg, autor de filmes estupendos que parece innecesario enumerar aquí por su fama indiscutible, iba a dirigir la adaptación cinematográfica de la novela, que ha acabado resultando mucho mejor que la obra de la que partía en su terreno, pese a que empeñarse en hacer comparaciones de valor entre un libro y la película con que se lo traslada al cine es como contrastar un tomate y una lechuga de la misma huerta: absurdo. Pero lo que sí tiene sentido es un análisis de las diferencias narrativas elementales entre ambos, o sea, qué ingredientes concretos de la historia cambian en su traslado del papel a lo que antes sería el celuloide; de modo que vayamos a ello.

En el libro de Cline, Wade Watts, el protagonista que cuenta en primera persona su aventura durante la competición para hallar el Huevo de Pascua de James Halliday y Gregarious Simulation Systems (GSS), vive en Oklahoma, no en Columbus, una ciudad con muchísimos vagabundos a la que se muda después de que Nolan Sorrento e Innovative Online Industries (IOI) volase la torre de caravanas de su tía Alice, en la que residía con otros quince individuos y un saco de dormir junto a la secadora, no con un colchón como cama sobre varios electrodomésticos del cuarto de la limpieza. Su encantadora vecina, la señora Gilmore, se encuentra tres caravanas más abajo de la de tía Alice, no en la base de la torre, y en la novela muere por la explosión.

El entorno inicial de Wade es más sórdido de lo que enseña el filme. Acude a clase en un instituto de OASIS, y su avatar, Parzival, es musculoso y lleva una armadura, una espada y un escudo. La portada de la revista Time sobre Halliday la había colgado en su taquilla virtual, no en la pared de su escondrijo en el desguace de coches; y su identificación con él por la incomodidad que sentía en el mundo verdadero queda mucho más clara en la película, donde su evolución al conocer la experiencia vital de Halliday gracias sus deducciones para salir airoso en la Cacería es evidente. El teletransporte a otros mundos de OASIS cuesta dinero, y Parzival no puede permitírselo al comenzar su peripecia.

Su Delorean de Back to the Future (Robert Zemeckis, 1985) luce detalles de otros vehículos: el de Mad Max (George Miller, 1979); de KITT, el de Knight Rider (Glen A. Larson, 1982-1986); el de Los Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984), ECTO-1; y el de Las aventuras de Buckaroo Banzai a través de la octava dimensión (W.D. Richter, 1984); y no se mueve en él durante la batalla final sino en el gigantesco robot Leopardon de la serie Supaidaman (Steve Ditko y Stan Lee, 1978-1979). Wade no es tan desinteresado como en el filme, pues firma contratos ya siendo famoso por los que su imagen sirve para publicitar diversos productos; y es quien teme que Art3mis podría ser un hombre llamado Chuck que mora en el sótano de su madre en Detroit, no Hache.

Como Parzival, no permanece el primero en el Marcador sino que, a lo largo de la Cacería y según el comportamiento de los sixers, cuya apariencia alteran, y de sus amigos competidores, su posición va variando, lo que no sucede en la película de Spielberg. Se construye su propia fortaleza en OASIS y viaja por su espacio virtual en varias naves, y pide ayuda para la batalla definitiva a todos los gunters a través del correo electrónico, no de la televisión de OASIS. Es Wade y no Samantha quien termina en el Reclutamiento Forzoso de IOI, por falsas deudas y según su plan, y quien consigue destruir el escudo esférico del Orbe de Osuvox programando desde la sede de la pérfida compañía a un robot de provisiones, el Johnny Cinco de Cortocircuito (John Badham, 1986), para matar con una bomba al brujo sixer que maneja el Orbe.

Parzival se convierte en Ultraman durante la gran batalla, no Daito, a quien los sixers asesinan en el mundo real a mitad de la novela; y en el interior de semejante artefacto acaba felizmente con el avatar de Sorrento, que no sucumbe matando a todos con el Cataclista igual que en el filme. Wade promete repartir el premio entre sus amigos antes de cruzar la Tercera Puerta, no después de hacerse con el Huevo y ya desconectado de OASIS, y su avatar no llega en el fin de la Cacería a la habitación de la infancia de Halliday, que ya había visitado antes de traspasar la Primera Puerta, sino al despacho de Anorak en su castillo, y adquiere todo su poder y su dinero cuando le estrecha la mano, sin que tantee su aptitud con un contrato legal en el último momento como en la película.

Es Art3mis o Samantha Cook la primera que descubre dónde encontrar la Llave de Cobre, no Wade. Admite ser más parlanchina en la novela, no esconde ningún empeño íntimo para impedir que IOI gane la competición y se lanza a besar a Wade y no al revés como en el filme, donde la identificación de este con Halliday se remata muy adecuadamente. Por otro lado, Hache o Helen Harris no posee un taller en OASIS ni repara vehículos como en la película, sino que ha programado una sala de chat tridimensional como espacio exclusivo de juegos; lo que conduce es una vieja autocaravana y no una furgoneta, y su avatar es más humano que el del filme. El Gigante de Hierro aparece sólo como una opción para elegirlo al confluir el videojuego Black Tiger (Imo Akapa, 1987), no lo confecciona y viste Hache ni ningún otro.

Los únicos que van a la batalla con monstruosos robots no son Hache y Sorrento en la novela, sino que también Art3mis, Shoto y diez sixers además de Parzival los utilizan. Este último y Hache usan insultos y expresiones soeces en la novela y son más competitivos entre ellos; y no conocen a Shoto y Daito pero sí a I-r0k como gunter desde el principio, y no se trata de un antagonista peligroso ni de un mercenario de IOI, únicamente de alguien mezquino; mientras que, en la película, casi no comparte escenas con Wade y nunca habla con Hache. La pareja de espadachines orientales la forman dos japoneses en el libro pero, en el filme, ambos son yanquis, el segundo de ascendencia japonesa, y el primero, china, y no se llama Akihide Karatsu sino Zhou.

ready player one diferencias novela película
Broadway Books

La obra de Spielberg cae en la improbabilidad de que los Cinco Mejores se reúnen en Columbus sin dificultades; la novela, no, y en ella, su compañerismo no es inmediato, ni los cuatro supervivientes se conectan a OASIS para la batalla decisiva desde el vehículo de Hache en Columbus, sino en un casoplón indecente de Oregón en el que habita Ogden Morrow, que se presenta al grupo sin previo aviso pero antes de que concluya la Cacería, no después. Por el contrario, Wade se junta con Samantha en las páginas finales. La apariencia del viejo Morrow es diferente a la del filme, algo “entre Albert Einstein y Santa Claus”, y su avatar es otro, no el Conservador de los archivos virtuales de Anroak por los que se sustituye su Almanaque y el diario de Halliday en la película, sino el Gran y Poderoso Og, un hechicero de barba gris.

A Morrow le entrevistan en televisión a medio libro, y Parzival y Art3mis acuden a la discoteca con baile antigravedad por la celebración de su cumpleaños, no en busca de la Llave de Jade. El motivo del fin de la amistad de Morrow y Halliday no fueron también cuestiones sobre OASIS, sino los celos del segundo por la relación de Morrow con Kira específicamente. Halliday es más difícil de tratar que el excéntrico personaje que conocemos en el filme, y tras su muerte, psicólogos trataron de diagnosticarle sin rigor. La frase espuria de Groucho Marx remedada en boca de Halliday transforma “la felicidad” de la novela en “una comida decente” de la película, recuperándola; y cuando Halliday se despide en el libro, no hay sugerencias de inmortalidad virtual en OASIS.

Nolan Sorrento propone a Parzival unirse a IOI y los sixers en la simulación, no proyectándose este último como un holograma en el mundo real igual que en el filme, dentro de su despacho amplísimo en la sede de la compañía en Columbus, donde se halla el villano. No obstante, la propuesta sí se produce en la sede de IOI pero la simulada. Y al decirle el joven que aceptaría si echan al ejecutivo para ocupar él su puesto, los jefes están conformes con tal de que el admirado gunter trabaje para IOI. Y el personaje de F’Nale Zandor, la vil e implacable mano derecha de Sorrento en la película, no existe en el libro de Cline, y el villano, ocasionalmente patético, no está a punto de disparar mortalmente a Wade en el instante climácico de la Cacería, ya habiendo recogido el dichoso Huevo Pascua de Halliday.

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Ediciones B

Las transiciones de un espacio a otro son más computarizadas en la novela y más físicas en la realidad virtual del filme, el cual además va al grano, como debe ser gracias a todo buen guion: carece de las discusiones culturales del libro y no explica que Halliday se inspiró en el reto de la saga inacabada de videojuegos Swordquest (Dan Hitchens y Tod Frye, 1982-1984) para crear su Cacería. La historia del primer huevo de pascua videogueguil de Warren Robinett en Adventure (1978), fundamental para conseguir el de Halliday, se menciona al comienzo del libro, no al final como en la película de Spielberg. Tanto en esta como en el libro, hay que hacerse con tres llaves, pero en la obra de cine abren en conjunto una sola puerta.

Pero la diferencia más notable entre las dos versiones de la historia de Ready Player One radica en los acertijos y pruebas que los gunters y los sixers deben pasar y resolver para adquirir del Huevo de Halliday. En la novela, están relacionadas con el juego de rol Dragones y Mazmorras (Gary Gygax y Dave Arneson, 1974), el arcade Joust (John Newcomer, 1982), el videojuego Dungeons of Daggorath (Douglas J. Morgan, 1982) y el filme Juegos de guerra (Badham, 1983) para la Llave de Cobre y la puerta número uno en cambio, en la película deben ganar una carrera de vehículos en Nueva York con el tiranosaurio rex del filme Jurassic Park (Spielberg, 1993) o el bueno de King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1993).

Para la Llave de Jade y la Segunda Puerta, el desafío tiene que ver con videojuego Zork (Tim Anderson, Marc Blank, Bruce Daniels y Dave Lebling, 1977-1979) y el arcade de plataformas Black Tiger (Masayuki Akahori, 1987); mientras que en la película hay que sobrevivir al Hotel Overlook de El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), algo modificado. Y para la Llave de Cristal y la Tercera Puerta, el reto involucra el disco 2112, cuarto álbum de la banda canadiense de rock Rush (1976), el arcade Tempest (Dave Theurer, 1981), la comedia Los Caballeros de la Mesa Cuadrada, de los Monty Python (Terry Gilliam e ídem Jones, 1975) y Adventure, juego ya aludido que constituye lo único que permanece en la obra de Spielberg para este último tramo de la competición. Así, parece acusadísimo que triunfar en la Cacería de la novela requiere mayores habilidades que en la adaptada.

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Vendetta Forlag

No hay duda de que todas estas variaciones responden a la necesidad de ofrecer un espectáculo cinematográfico con la energía y el ritmo precisos para no aburrir a los espectadores, y propio de su director por otra parte, lo cual resulta por completo comprensible y en ello quiso colaborar el mismo Cline, que firma el libreto de la película con Zak Penn. Y otra de las novedades que llama la atención es que la obsesión extendidísima por la cultura de los años ochenta del siglo pasado, que apasionaba a Halliday, se expande a la de décadas posteriores. Esto se comprueba muy bien en los gunters que participan en batalla final, que no sucede frente al Castillo de Anorak, en el planeta Chthonia, sino ante una fortaleza del planeta Doom, y es lo que IOI envuelve con el campo de fuerza del Orbe de Osuvox. Y, si en la Ready Player One de Spielberg acabamos por saber lo que los Cinco Mejores hicieron con OASIS, Cline prefirió no revelar las decisiones que tomaron los cuatro supervivientes en la novela, para cuyo desenlace los tortolitos son lo que importa.

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13 años de despropósitos de Iker Jiménez y compañía en ‘Cuarto Milenio’

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Si uno se pasea por Twitter los domingos en la noche, podrá comprobar que el programa de televisión Cuarto Milenio, dirigido y presentado para Mediaset desde 2005 por el vasco Iker Jiménez y por su media langosta, la madrileña Carmen Porter, es trending topic en España siempre, excepto entre la segunda quincena de julio y un día variable de septiembre porque ambos periodistas y el resto de su equipo descansan, y tanta gloria llevan en sus vacaciones estivales allá donde lo resistan —el calor del verano, quiero decir— como paz nos dejan a todos los defensores del rigor periodístico. Porque lo suyo es, sin discusión posible, de juzgado de guardia a tenor de su trayectoria, de cómo manejan “los misterios” en los que se les ocurre hurgar, existan con certeza absoluta u opten por sacárselos de la manga.

En el cierre de la temporada décima tercera (13x44), que se emitió el pasado domingo, Iker Jiménez quiso despedirse con estas palabras de sus televidentes adeptos: “Cuando llegábamos a la temporada trece, [el parapsicólogo Enrique de Vicente] (…), con sus códigos cabalísticos y numerológicos, me quería explicar que, habitualmente, este número está presidido por una serie de peleas importantes, y les confieso que así ha sido”, lanzó para empezar. “He estado en los medios (...) por polémicas y por cosas que he soltado aquí, porque he intentado ser libre, me han dejado ser libre (…), y he contado lo que ve un ciudadano normal, que es lo que soy (…). Hemos vivido campañas en contra y ataques tremendos en lo personal (…) del sistema, al que no le gusta que sigamos así, contando lo que contamos y con éxito”.

Y continuó de esta manera: “Habrá más campañas en contra (...), y muchas veces son invenciones (...). Porque resulta que Cuarto Milenio crece y crece y es peligroso porque cuenta cosas que a veces no gustan (…). Y seguro que incluso habrá desafectos y quizá algunos de ustedes se cansen y nos abandonen; pasará de todo. Esto me decía Enrique que iba a pasar en el trece: es el momento de ruptura, de desafección (…). Pero créanme, volveremos si Dios y el cosmos quieren”. De entrada, digamos que está clarísimo que utilizar cuentos esotéricos como la cábala o la numerología para explicar lo que le ocurre a un programa de televisión demuestra que los espectadores no se pueden fiar de uno ni lo más mínimo, pero es que inventarse conspiraciones “del sistema” en su contra ya es de órdago.

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'Cuarto Milenio' (1x31), el cosmonauta fantasma - Mediaset

Por supuesto, no es el sistema como una malvada abstracción o un bloque poderoso e inverosímil quien se encara con Iker Jiménez y su equipo de Cuarto Milenio, sino todas aquellas personas cabales, reporteros decentes, medios de comunicación donde los magufos no se pueden atrincherar y colectivos comprometidos con la divulgación digna de la información. Es muy triste tener que recordar obviedades como que la labor del periodismo, ya sea en la prensa escrita, en cadenas radiofónicas o en la televisión y pese a tratarse de una profesión liberal, también se rige por una deontología determinada, es decir, por unas obligaciones de cuyo cumplimiento depende la ética y la buena praxis de los periodistas y, por tanto, la confianza que cada uno de los mismos y cada medio ameriten de parte de la ciudadanía.

No es moco de pavo este asunto ni mucho menos, pues las informaciones que la gente obtiene de nuestro trabajo influyen en la opinión pública y en las decisiones que se toman privadamente y como sociedad, en temas nimios y particulares y en aquellos que nos afectan a todos. Y, en cuestiones propias del método científico sobre la naturaleza física del Universo, cómo funciona y lo que existe y lo que no en él, o la salud individual y pública, tanto como en las crónicas de sucesos que se notifican, la veracidad y la exactitud en los datos que proporciona un periodista honesto no son opcionales, no puede elegir si las abraza o nos endilga una milonga sensacional, y sus creencias, intereses o convicciones personales que choquen con esos datos corroborados, ni por asomo deben condicionar su actividad informativa.

No hay más remedio que concluir entonces que Iker Jiménez es la personificación evidentísima de la mala praxis en el periodismo de España, desde que empezó en la emisora del municipio madrileño de Torres de la Alameda en 1990, pasando por su afiliación a la revista Enigmas del difunto Fernando Jiménez del Oso —otra buena pieza— a partir de 1995 o su ya finiquitado programa de radio Milenio 3 en la Cadena Ser desde 2001, hasta el presente Cuarto Milenio en la televisiva Cuatro. Porque aborda con una enorme negligencia cualquier aspecto de las pseudociencias paranormales, desacreditadas de por sí, y lo mejor que podemos sacar de él es una equidistancia improcedente, falsa en muchas ocasiones o, como mínimo, difusa pero a todas luces deshonesta con los datos concretos a la vista.

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'Cuarto Milenio' (5x26): proyecto Dachau - Mediaset

En su programa hallan acomodo todas las irracionalidades e insensateces del mundo pseudocientífico para vivir fuera de la realidad, por mucho que Iker Jiménez pretenda disfrazarlo con variedades. Y entre visitas de fantasmas, ovnis y demonios por un tubo, milagros, adivinación, vampiros, brujería o conspiraciones locas, sus grandes éxitos por la otra punta incluyen una bochornosa manipulación de las biografías de Abraham Lincoln y John Fitzerald Kennedy para sugerir extraordinarias coincidencias o una delirante insinuación de que el joven Óscar Ortega, fallecido por el atropello de un tren en Santiago de Compostela en mayo de 1988 y sin identificar hasta octubre de 2008 con sus huellas dactilares, viajó en el tiempo a ese día desde una época diferente o a nuestro mundo desde otro (1x17).

Pero también contar la historia sobre el espectro de Ivan Istochnikov, un pobre astronauta de la Unión Soviética que la diñó en el espacio y cuya muerte quiso encubrir la dictadura... y que no era más que un montaje del fotógrafo Joan Fontcuberta —Ivan Istochnivok significa “Juan Fuentes”—, elaborado en 1997 para una exposición de la Fundación Telefónica (1x31); fomentar la superchería del feng shui (2x08) y la pseudoterapia de la acupuntura (2x13) o exponer sin remilgos una leyenda urbana sobre un experimento parapsicológico en la prestigiosa Universidad de Duke, sita en la localidad norcarlorinesa de Durham, en el que se habría predicho el accidente de aviación civil de Los Rodeos de marzo de 1977 y sus 583 víctimas mortales, como un hecho verídico (2x33).

O la expedición a Tassili n'Ajjer, “una de las últimas regiones inexploradas del planeta”, en el Sáhara argelino, sacrificando cabras infelices a “los espíritus de las arenas” y durmiendo a la intemperie (3x01)... cuando se trata de un parque nacional de los más frecuentados del país y con la declaración de Patrimonio de la Humanidad, aeropuerto, hoteles y agencias turísticas en la población cercana de Djanet. Y habían ido allí para ver unas pinturas rupestres de unas figuras antropomorfas con la cabeza extrañamente grande y redondeada que, claro, podrían ser alienígenas... si bien cualquier alumno de Historia del Arte podía decirles que nuestros antepasados prehistóricos dibujaban las cabezas así en ocasiones para dejar claro que son personas, como a las mujeres con los pechos muy notorios y a los hombres con los genitales protuberantes.

Y promocionar la pseudociencia de la grafología (3x10), proponer un análisis insensato de “una aparición” en una foto junto a la catedral de Cuenca (4x06) cuando sus habitantes sabían que se trataba de una mendiga habitual, confundir una portada de la revista satírica yanqui The Onion de octubre de 2006 con una publicación verdadera de noviembre de 1929 (4x12), desvariar con que el bosón de Higgs es Dios, sin metáforas ni autocontrol alguno, y que en su búsqueda con el Gran Colisionador de Hadrones nacería una religión nueva (4x35); o entrevistar a Armando Valdés, el ex militar chileno que aseguraba haber sido abducido una noche de abril de 1977 (4x40) y más tarde reconoció el embuste y que sólo se había separado de sus compañeros de armas para ir a orinar.

Sin olvidar aprovecharse de tragedias humanas tan horribles como el Holocausto nazi para montar un circo del misterio yendo a la caza de psicofonías en el campo de concentración de Dachau (5x26), referirse sin juicio a las pirámides de Bosnia no descubiertas por Semir Osmanagic (6x05), a la posibilidad de los viajes en el tiempo por los neutrinos que no se pueden mover más rápido que la luz (7x04), a las fantasías del doctor Eben Alexander sobre su paseíto por el Cielo durante la semana que estuvo en coma por una meningitis (7x17) y a los ficticios cosmonautas muertos en misiones espaciales soviéticas según los embaucadores Judica-Cordiglia (7x26); o debatir una atrocidad del calibre de si el virus del sida es parte de una conspiración y fue creado en un laboratorio (8x01).

Ni su obstinación en presentar las Caras de Bélmez como un enigma (10x01 y 10x02) cuando se conoce su fraude hace décadas, considerar la pseudoterapia del reiki (11x12), la conspiranoia respecto a la Organización Mundial de la Salud con el antivacunas Miguel Jara (11x25) y, puf, la homeopatía (11x29); insistir en la maldición de la localidad abandonada de Ochate (1x01, 2x28, 5x13 y 12x04) por epidemias que nunca ocurrieron, un bulo del tarotista Prudencio Muguruza; alentar la alarma antiantenas con la enfermedad inexistente de la hipersensibilidad electromagnética (12x05), aseverar que el porno es nada menos que “un arma de destrucción mental” (12x13) o aproximarse como un lamentable crédulo a la fraudulenta casa encantada de Amityville (1x29, 8x40 y 12x18).

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"Iker miente". Pintada en Ochate (Álava) - Magonia.com

O permitir que un ingeniero curricularmente imaginativo y llamado José Luis Cordeiro le descerraje a la audiencia sus animaladas sobre la cercanía de la humanidad inmortal (12x42) —aunque este tipo se lo colara también a noticiarios más prudentes—, deliberar sobre si el cambio climático es antropogénico (9x14 y 12x44), como si hubiese alguna duda real sobre este tema con los estudios bien hechos delante; o promover la locura de los chemtrails (4x11, 8x09, 9x10 y 13x05). Y así hasta el infinito del despropósito más desvergonzado. Porque Iker Jiménez no es “un ciudadano normal” ante las cámaras, sino un periodista con unas obligaciones éticas que incumple sistemáticamente arguyendo que “en la ciencia también hay mafias y modas” (6x12) cuando los estudios científicos contradicen sus descabelladas hipótesis.

No obstante, la verdad es que la difusión en Cuatro de Cuarto Milenio y sus reposiciones en Energy entre 2012 y 2014 y aún en Be Mad TV desde 2016 quizá no resulten tan sangrantes como la de su hermano mayor, el programa radiofónico Espacio en blanco, conducido por el caraqueño Miguel ídem en Radio Nacional de España entre 1989 y 1992 y, de nuevo, a partir de 2008 tras un largo periplo por otras emisoras: el deber de servicio público que se supone que desempeña la Corporación de Radio y Televisión Española como ente estatal debería impedir que fuese acogido en su programación, tanto como que se hable de pseudoterapias, astrología, convocatorias parapsicológicas y enfermedades quiméricas o se entreviste a antivacunas sin la imprescindible rectitud periodística en TVE.

Pero eso no cambia que charlatanes como Iker Jiménez tampoco deberían disponer de ningún hueco en la parrilla de las cadenas privadas por la innegociable exigencia de ofrecer una información veraz, y la demanda de contenidos sobre disparates paranormales o incluso los niveles de audiencia de Cuarto Milenio no pueden servir de excusa a Cuatro ni a Mediaset para eludir su responsabilidad como medio y grupo de comunicación. Y el propio periodista tampoco puede escudarse en la libertad de sus colaboradores —como el médium Aldo Linares— para verter cuantos desbarros quieran, pues la pulcritud periodística de este programa en diferido es de su incumbencia, y las propuestas enajenadas y las flagrantes imprecisiones de su indescriptible espectáculo surgen de su misma boca sin equidistancias fingidas que valgan.

Y que tuviese las narices de pontificar sobre las fake news (2x06, 5x07, 13x15, 13x26 o 13x40) cuando no hay quien oculte que se dedica a la desinformación activa y de ello vive, que recurriese a las ideas del astrofísico escéptico Carl Sagan, contrario a las pseudociencias que él difunde sin pudor ninguno, para reforzar las suyas (5x07 y 13x43); y que se regodeara inclusive en su desfachatez durante una entrevista de noviembre de 2013 afirmando —ojo aquí— que “es un honor causar tirria a los escépticos”, o sea, a los que luchan por una divulgación científica rigurosa y de fiar, supone el colmo de sus méritos para que, por fin, lo cuelguen metafóricamente por los pulgares del palo mayor en aras de defender la limpieza y la honra herida del periodismo en nuestra televisión para que, caray, pueda ser una caja un poco menos tonta.

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Las mentiras de Nicolás Maduro sobre Venezuela en la nueva entrevista de ‘Salvados’

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Venezuela se halla ahora mismo en el ojo del huracán, y forma parte otra vez de las conversaciones cotidianas, las actualizaciones de las redes, los titulares de la prensa, las tertulias en los programas de televisión y radio y los dimes y diretes en los parlamentos del mundo. Se trata de un fenómeno cíclico que se produce cuando hay noticias de interés internacional relacionadas con este país caribeño: procesos electorales, manifestaciones en contra del régimen chavista, censuras y detenciones irregulares de políticos y periodistas o la oleada de emigrantes venezolanos que huyen de la República Bolivariana en busca de una vida mejor. Y ya no es sólo que se informe de todo ello por los conflictos que suscitan las codiciadas riquezas naturales de Venezuela, como el petróleo, el gas, el oro, la bauxita, el coltán o los diamantes, sino que esto se ha convertido en una costumbre mediática.

Esa es la razón de que Salvados, el programa televisivo de reportajes que presenta Jordi Évole y se emite todos los domingos en el canal español La Sexta, entrevistara a Nicolás Maduro en octubre de 2017 y, de nuevo, este mes de febrero de 2019. Han sido unas de esas raras ocasiones en que el jefe actual del Gobierno de Venezuela ha tenido que responder a preguntas incómodas sobre su gestión, en vez de limitarse a atender a periodistas de medios afines al régimen, que le enjabonan o no le importunan en las ruedas de prensa, o recibir el asentimiento y los aplausos de una Asamblea Nacional Constituyente sin sesiones de verdadero control parlamentario, sin nadie que le replique como es debido igual que en cualquier país democrático que se precie de serlo. Y Maduro no ha llevado frío con las cuestiones de Évole, el cual, de todos modos, podría haberse mostrado más incisivo.

Para empezar, el Presidente negó que hubiese detenciones de periodistas que cubren la crisis en Venezuela, tildando las informaciones al respecto de “montajes” y “manipulaciones de todas las agencias y medios de comunicación internacionales” para “hacer parecer a Venezuela como un monstruo, una dictadura” en primer lugar y, a continuación y sobre los colombianos Mauren Barriga y Leonardo Muñoz y el español Gonzalo Domínguez, tres periodistas de la agencia EFE retenidos el 30 de enero durante veinticuatro horas por el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), de un simple “chequeo”, que puede ser de hasta cuarenta y ocho horas, “como sucede en cualquier país del mundo”. Pero de ninguna manera es cierto que las autoridades policiales puedan retener de forma arbitraria, sin una justificación legal, ni a periodistas ni a nadie en los estados democráticos.

Y Amnistía Internacional ya había hecho la denuncia oportuna sobre la detención reciente e infundada de al menos once periodistas, como los franceses Pierre Caillé y Baptiste des Monstiers, los chilenos Rodrigo Pérez y Gonzalo Barahona, ambos deportados, o los venezolanos Maikel Yriarte y Ana Rodríguez. Este “ataque flagrante y profundamente preocupante contra la libertad de expresión y el derecho a la verdad”, en palabras de AI, rechazado también por la Asociación de la Prensa Extranjera venezolana (APEx) o por Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), no cuadra en absoluto con “el ejercicio pleno de la libertad de expresión” al que se refiere Maduro en la entrevista; sobre todo considerando que es una práctica habitual en Venezuela, con cincuenta y un reporteros detenidos en 2018 según AI.

Ahí tenemos el caso del alemán Billy Six, que investigaba a narcotraficantes y contrabandistas de combustible y material estratégico o la trata de personas y la emigración masiva y que lleva encarcelado en El Helicoide desde noviembre por rebelión, espionaje y “violar zonas de seguridad”, acusaciones de un tribunal castrense siendo él un civil extranjero, tras haber fotografiado a Maduro “muy de cerca”. Además, en el último informe sobre el derecho a la libertad de expresión e información en Venezuela de la organización no gubernamental Espacio Público, durante el año 2017, se documentaron 708 casos de entre las 1.002 denuncias de violaciones de este derecho, y se cerraron “ocho canales de televisión, cincuenta y cuatro emisoras y diecisiete medios impresos que dejaron de circular por falta de papel prensa, seis de ellos indefinidamente”.

Y se bloquearon “trece sitios web informativos, lo que impidió que durante varias horas los usuarios tuvieran acceso a estos medios de información en internet. Todo porque “el Gobierno utiliza la violencia institucional para censurar mediante restricciones directas o indirectas y a través de los entes estatales”, y la denominada Ley contra el Odio, la Intolerancia y por la Convivencia Pacífica de 2017, que condena “el discurso de odio, pero no lo define ni establece categorías claras” y se aplica así arbitrariamente. Por otro lado, Venezuela se sitúa en el puesto 143 de 180 en la clasificación mundial de libertad de prensa de 2018 —entre Camboya y Sudán del Sur—, que elabora cada año la organización Reporteros Sin Fronteras, con “estatus consultivo” ante la Organización de las Naciones Unidas, la Unesco o el Consejo de Europa y cuyo criterio profesional se emplea para la concesión de ayudas al desarrollo.

RSF asegura que “Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, se empeña en hacer callar a la prensa independiente y sigue controlando la información”, y que “una ley adoptada en 2010 [por la Asamblea Nacional de Hugo Chávez] contempla que el gobierno pueda sancionar cualquier contenido que «cuestione a la autoridad constituida legítimamente», lo que se traduce en detenciones abusivas de reporteros y juicios por difamación” y una “interminable tendencia autoritaria”. Tendencia que se ve con total claridad cuando Periscope, Instagram, YouTube, Twitter o Facebook son bloqueadas por CANTV, el proveedor estatal de comunicaciones, para impedir que se divulguen contenidos sobre lo que sucede en Venezuela en temporadas que ponen en jaque al régimen chavista; o al estar al tanto de que, según Espacio Público, cincuenta y tres personas fueron detenidas allí entre 2009 y 2018 por lo que expresaron en las redes sociales y en chats como WhatsApp.

https://hipertextual.com/2019/01/que-gobierno-venezuela-bloqueo-wikipedia

Y esta situación podría empeorar mucho si se aprueba la Ley Constitucional del Ciberespacio, que “justifica y expande aún más los poderes del gobierno para controlar y vigilar el uso de internet sin contrapesos institucionales, lo cual representa una grave amenaza a los derechos humanos de los venezolanos”, y entre otras cosas, “obligaría a los proveedores de servicios de difusión de mensajes (lo cual puede incluir desde redes sociales hasta servicios de mensajería instantánea) a censurar contenidos sin orden judicial previa ni respeto por garantías mínimas de libertad de expresión, ni de debido proceso”, según el concienzudo análisis del anteproyecto que han realizado el Instituto de Prensa y Sociedad de Venezuela y, de nuevo, la organización Espacio Público. Otro clavo en el ataúd de la democracia venezolana, por más que Maduro proclame en la entrevista con Évole que la revolución bolivariana “ha sido ejemplar en su expediente democrático”.

“Estoy convencido de que las fuerzas revolucionarias bolivarianas somos mayoría social, política y electoral y hemos pasado por las pruebas electorales, hemos cumplido con la Constitución de la República y gobernamos por mandato y voluntad nacional”, sostiene, pero dista mucho de ser cierto. Cuando la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) obtuvo la mayoría en las elecciones a la Asamblea Nacional con el 56,2 por ciento de los votos en diciembre de 2015, el chavismo designó poco después, antes de la renovación de la AN, a trece magistrados y veintiún suplentes afines sin respetar el proceso establecido por la Constitución y la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, que luego, en marzo de 2017, se otorgó a sí mismo las funciones legislativas de la AN opositora, en dudoso desacato, y decidió ampliar los poderes de Maduro, contraviniendo nuevamente la Constitución con estas acciones ilegales.

salvados nicolás maduro jordi évole
The Economist

En 2016, la oposición había organizado un referéndum revocatorio contra Maduro y, aunque contaban con el número de firmas necesario para su convocatoria pese a las anulaciones, el Consejo Nacional Electoral chavista lo había rechazado. Pero fue la “ruptura del hilo constitucional” de 2017 la que produjo un virulento rechazo en las democracias occidentales y las protestas de la Rebelión de Abril, a las que el presidente alude durante la entrevista con estas palabras: “Tratamos de convivir con ese Parlamento; fue imposible; y los conflictos llevaron a lo que llamaron la Guarimba, un intento de derrocamiento violento que, entre abril y julio de 2017, incendió el país”. Cualquier parecido con la realidad en su relato es pura coincidencia. “Cuando surgió esa coyuntura, agarré la Constitución y convoqué (...) para que se hiciese un proceso político y regresara la paz al país; y se convocó una elección libre, abierta, popular, y se eligió una Asamblea Nacional Constituyente”.

“O sea, usted crea otro parlamento para pacificar el país”, apostilla Évole. “Y dio resultado: se acabó la violencia, llegó la paz, que era el objetivo”, responde el otro. “Ante esas circunstancias, teniendo en cuenta que, en la última semana, según la ONU, ha habido cuarenta muertos por las revueltas que se han producido en las calles, o treinta y cinco según el Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social, ante esta nueva situación no pacífica, cree usted un tercer parlamento”, propone Évole. Y Maduro, quizá sabedor que de que no ha colado ni lo más mínimo la trola del supuesto ánimo pacificador con el que los chavistas consiguieron neutralizar a la Asamblea Nacional reglamentaria de Venezuela, dice que ni flores: “Es una ironía de tu parte; no voy a contestar”. Y como el entrevistador no acepta que sustituir un parlamento ajeno al control chavista por otro ad hoc sea propio de una democracia, el Presidente replica: “Estás envenenado por los noticieros de España contra Venezuela”. Y olé.

La convocatoria, en cualquier caso, no fue legal porque sólo la ciudadanía puede efectuarla tras una consulta según el artículo 347 de la Constitución. El Gobierno, a través de la Fiscalía General, lanzó acusaciones delictivas contra los principales dirigentes opositores, los tribunales del chavismo les impusieron condenas y el CNE, entre otras restricciones que sacaron a más del proceso, prohibió que hubiese candidatos así; y al sectorializar las bases de los comicios, violaron la universalidad del voto que se consagra en el artículo 63 de la Constitución. La participación última de los censados no fue ni del cuarenta y dos por ciento, a lo que hay que añadir que Antonio Mugica, director ejecutivo de Smartmatic, la entidad que se ocupaba del sistema de voto electrónico, reveló en Londres que hubo manipulaciones en los datos de participación electoral: “La diferencia entre la cantidad anunciada y la que arroja el sistema es de al menos un millón de electores”, dijo.

Y, después de todo lo anterior, Maduro aún pregunta lo que sigue: “¿Por qué la Unión Europea le tiene que decir a un país del mundo que ya hizo elecciones presidenciales de acuerdo a sus Constitución, a sus leyes, a sus instituciones, con toda la observación internacional, que tiene que repetir sus elecciones presidenciales?”. Y Évole le contesta: “En las elecciones presidenciales de mayo de 2018, con la abstención más alta de las últimas celebradas, un cincuenta y cuatro por ciento, la empresa que siempre auditaba las elecciones no participó, los únicos observadores internacionales fueron a propuesta de su Gobierno, hubo muchos líderes de la oposición invalidados y, por ejemplo, en el Estado de Bolívar se impugnaron los resultados”. A lo que hay que sumar la práctica odiosa de ofrecer bonos de alimentación o de dinero a la gente empobrecida a cambio de que voten al régimen y, sí, de obligar a los funcionarios públicos a ello con la amenaza de ser despedidos si no obedecen.

No por ninguna razón el impecable factchecking de la Unidad de Inteligencia de The Economist coloca a Venezuela en el puesto 134 de 167 en el Índice de Democracia global, como un régimen autoritario, es decir, sin democracia efectiva, entre Zimbabue y Guinea-Conakri y sólo con Cuba por debajo en Latinoamérica. Un régimen dictatorial que ha apostado por el militarismo y que, según Maduro, dispone de una Milicia Nacional Bolivariana con dos millones de integrantes, algo completamente imposible en opinión del periodista especializado Javier Mayorca: si el Ejército de Venezuela no ha de albergar a más de 200.000 efectivos regulares por “la continuada deserción de las tropas insubordinadas”, la Milicia debe de ser muy inferior porque “el presupuesto no da para tanto”, porque “la fuerza armada nunca tuvo dos millones de fusiles” y, hoy, contará con unos 300.000 como mucho más un número indeterminado de los antiguos belgas. Menudo farol presidencial.

Como ese otro de que “Venezuela no tiene una crisis humanitaria”. Con una inflación en 2018 de casi 1.700.000 por ciento, el ochenta y siete de los ciudadanos en la pobreza, una escasez de medicamentos del ochenta por ciento, un desabastecimiento alimenticio del sesenta y siete y centros hospitalarios en los que muere un niño al día por desnutrición, no parecen muy creíbles las declaraciones del Presidente. Ni lo que difunde de que el desempleo en Venezuela está “por debajo del seis por ciento” pues, según la información del Fondo Monetario Internacional (FMI), es del treinta y ocho, y con tan deplorable tesitura económica, no tendría sentido ninguno esperar algo distinto ni tragarse la cifra del Gobierno. Ni que sitúe la emigración de venezolanos “en el orden de los 600.000 u 800.000”, con la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) hablando de tres millones en noviembre de 2018, estimación que menciona Évole.

Y una de las cosas inútiles que ofrece Maduro para negociar una salida apacible de la crisis política y del enfrentamiento internacional es acoger a inversionistas yanquis, pero con la destrucción del tejido empresarial, que en agosto de 2017 se contabilizaba con la pérdida de unas 500.000 compañías desde 2008 según María Carolina Uscátegui, presidenta del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), y de más de 8.000 industrias de capital privado desde que Hugo Chávez llegó al poder según Juan Pablo Olalquiaga, presidente de Conindustria, y con la expropiación de casi 700 empresas entre 2002 y 2016, a las que se les debía en 2017 unos 15.000 millones de dólares en el pago de sus activos según Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, y con los embolados de la terrible inflación, el acceso nulo a materias primas y unos controles estatales excesivos, ¿cuántos inversores estarían dispuestos a poner sus fondos en Venezuela?

La juramentación de Juan Guaidó, miembro del partido de izquierda progresista Voluntad Popular, sin la violencia de un alzamiento, como presidente interino del país “es una payasada sin ninguna base constitucional” y “parte de un golpe de estado” en opinión de Maduro. Pero, en primer lugar, un incidente como un golpe de estado efectivo derribaría al Gobierno, y el chavismo continúa en pie, con el control de las instituciones venezolanas y su cúpula en el Palacio de Miraflores; y en segundo lugar, el juramento de Guaidó se produce porque el artículo 233 de la Constitución de Venezuela establece que, ante la falta absoluta del Presidente electo —que no hay por el fraude de los comicios de 2018— para tomar posesión de la poltrona, “se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional” —es decir, Guaidó— hasta que se convoquen elecciones presidenciales y se escoja a uno nuevo.

https://hipertextual.com/2019/02/maduro-streaming-juan-guaido

Es posible que las faltas absolutas que marca la Constitución sean la incapacidad física o mental permanente, el fallecimiento, la renuncia, el abandono del cargo, la destitución decretada por el Tribunal Supremo de Justicia o la revocación popular, pero la Carta Magna habla del Presidente electo, cosa que Maduro no es sin dudas razonables, el artículo 333 insta a cualquier ciudadano “investido o no de autoridad” para asumir “el deber” de la colaboración “en el restablecimiento de su efectiva vigencia” si el texto constitucional fuese violentado como con las trampas chavistas, y el artículo 350 dice así: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”, es decir, un pleno para el Gobierno chavista.

Pero el momento culminante de la sinrazón en la entrevista de Salvados ocurre cuando Jordi Évole le hace escuchar a Nicolás Maduro estas palabras del ex presidente uruguayo Pepe Mujica: “Amigos, como está la situación, por disparatada que parezca la propuesta de elecciones totales hecha por Europa, mal que mal daría una salida. Todo esto se puede criticar por principios, pero la peor alternativa es la guerra”, y el jefe del Gobierno venezolano responde: “Yo no he hablado con él; no sé cuál es su pensamiento político”. Facepalm, señoras y caballeros. “La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza”, escribió el indobritánico George Orwell como las consignas de la dictadura en su escalofriante novela 1984. Y uno no puede evitar acordarse del tuit fijo que tiene en lo alto de su timeline el periodista venezolano Luis Carlos Díaz, y que dice así: “El Gobierno miente. No importa cuándo leas esto”. Y tanto que no importa, ciudadanía de Venezuela.

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Las mil y una referencias a ‘Friends’ que hay en otras series de televisión

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No parece muy sensato negar la gran influencia de Friends (David Crane y Marta Kauffman, 1994-2004) tanto en las comedias de situación televisivas posteriores como en la propia cultura popular. No por otra razón hay multitud de referencias a la misma en otras series de éxito. Para empezar, en el capítulo “The Grandmas” (3x17) de La niñera (Fran Drescher, Peter Marc Jacobson, Prudence Fraser y Robert Sternin, 1996-1999), Maggie Sheffield (Nicholle Tom) rechaza un cigarrillo porque su padre la mataría si la descubriese fumando y ella quiere vivir para saber si Ross Geller (David Schwimmer) y Rachel Green (Jennifer Aniston) acaban juntos.

En el episodio “Two Mammograms and a Wedding” (3x22) de Ellen (Carol Black, Neal Marlens y David S. Rosenthal, 1994-1998), el personaje anecdótico de Chloe Korban (Janeane Garofalo) le dice a la protagonista angelina, la neurótica Ellen Morgan (ídem DeGeneres), que regentar Buy The Book, una librería de Los Ángeles en la que venden café también, le resulta “muy Friends”. Y, en el capítulo “Enemies” (10x23) de Matrimonio con hijos (Ron Leavitt y Michael G. Moye, 1987-1997), anuncian constantemente Friends en televisión, y Al Bundy (Ed O’Neill) contempla el programa con prismáticos porque dice que así “puedes ver que Jennifer Aniston no usa sujetador”.

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Comedy Central

En “A Meticulous Analysis of History” (3x09), episodio de Pinky y Cerebro (Tom Ruegger, 1995-1998), el primero elabora una escultura de Courteney Cox con la pelusa de un secador de pelo, se topa con una vela derretida y suelta: “Es igualita que Matt LeBlanc” y, cuando el segundo le pregunta lo de siempre, si sabe lo que harán mañana, responde: “¿Una escultura de cortezas de cerdo con la forma de David Schwimmer?”. Y el capítulo “Acquaintances” (5x08) de Animaniacs (Ruegger, 1993-1998) es una parodia de Friends durante un viaje a Nueva York, la ciudad de la serie.

En el episodio “Henderson House Party” (3x04) de Este chico es un genio (Danny Kallis y Brian Suskind, 1997-1999), Mo Tibbs (Omar Gooding) declara que su corazón late al ritmo de Friends por una chica que hay en una fiesta, y luego parodian cuando Phoebe Buffay (Lisa Kudrow) usa la claqueta en la intro de la serie. En el capítulo “Car Orgy” (3x07) de South Park (Trey Parker, Matt Stone y Brian Graden, desde 1997), Shelly Marsh cambia el canal del televisor para ver Friends cuando Eric Cartman está con la película Alien (Ridley Scott, 1979). Y en “Mr. Hankey’s Christmas Classics” (3x15), Gerald Broflovski canta: “Courtney Cox, te amo. Tú ardes en ese show”.

En “How to Eat with Your Butt” (5x10), el señor Mackey le dice a Cartman: “Si has perdido totalmente el sentido del humor, puedes hacerte guionista de la serie Friends”. Y, en “All About Mormons” (7x12), Shelly manda callar a Stan Marsh cuando este intenta hablarle a todos porque ella está viendo Friends. Y, en el episodio “Ready, Willing and Disabled” (3x15) de Padre de familia (Seth MacFarlane y David Zuckerman, desde 1999), Stewie lanza en sueños un guiño a cuando Rachel, Phoebe y Joey Tribbiani se molestan porque Ross, Monica Geller y Chandler Bing (Matthew Perry) no parecen conscientes de la diferencia entre sus sueldos en “The One with Five Steaks and an Eggplant” (2x05).

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Fox

En “Petergeist” (4x26), el mismo Stewie habla con la televisión como la pequeña Carol Anne Freeling (Heather O’Rourke) en Poltergeist (Tobe Hooper, 1982), pero acerca de Friends. En “Three Kings” (7x15), parodiando el escape de Andy Dufresne (Tim Robbins) en Cadena perpetua (Frank Darabont, 1994), Peter Griffin le sacude a la tubería de desague por la que va a meterse cuando se oyen las palmadas de la intro de Friends, en vez de truenos, mientras el alcaide se entretiene con ella. Y en “April in Quahog” (8x16), Peter le replica a Chris Griffin que sí sabe quiénes son sus amigos del colegio: Fonzie (Días felices, 1974-1984), Remington Steele (ídem, 1982-1987) y Chandler.

Y en “Peter and Lois’ Wedding” (18x06), los flashbacks noventeros son una parodia de Friends. En el capítulo “Love and Rocket” (4x04) de Futurama (David X. Cohen y Matt Groening, 1999-2013), se desarrolla la siguiente conversación entre los reyes del planeta Omicron Persei 8 mientras ven la serie: “¿Por qué Ross, el actor más fornido de Friends, no se merienda sin más a los otros cinco?”. “Quizá lo reserven para subir audiencia”. Y, en el episodio “Weekend at Burnsie’s” (13x16) de Los Simpson (James L. Brooks, Matt Groening y Sam Simon, desde 1989), Homer no quiere dejar la marihuana medicinal porque hace que series posteriores a Friends parezcan buenas.

En “Bart vs. Lisa vs. the Third Grade” (14x03), emiten la versión japonesa de la serie. En “Midnight Rx” (16x06), a Homer le gustaría trabajar en Friends, que había concluido el año anterior. En “Mobile Homer” (16x13), la familia Simpson cae con su nueva autocaravana sobre un carguero que dirige a entregar un montón de ediciones de la primera temporada de la serie. En “Smoke on the Daughter” (19x15), anuncian en la televisión que una estrella de Friends hablará sobre el analfabetismo en adultos: Lisa Kudrow. Y en “How I Wet Your Mother” (23x16), Homer recuerda su cabello, Marge repone que ese era el de Jennifer Anniston en Friends y él le replica que es tan criticona como Chandler.

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Fox

En el capítulo “Back to the Garden” (2x07) de A dos metros bajo tierra (Alan Ball, 2001-2005), David Fisher (Michael C. Hall) le dice a su hermano Nate (Peter Krause) que le ha parecido ver a uno de los actores judíos de la serie en uno de sus funerales. Y, en “The Eye Inside” (3x03), Lisa Kimmel Fisher (Lili Taylor) entra en la habitación que comparte con Nate, y lo encuentra contemplando el episodio “The One with Two Parts: Part 2” (1x17) de Friends. Y, en el capítulo “No Sex ‘N’ The City” (6x19) de Will y Grace (David Kohan y Max Mutchnick, 1998-2020), Jack McFarland (Sean Hayes) y Karen Walker (Megan Mullally) están tristes porque ha terminado Friends, a la que se refieren en más ocasiones.

En “How Far You Can Go” (4x05), episodio de Queer as Folk (Ron Cowen y Daniel Lipman, 2000-2005), un ligue de Emmett Honeycutt (Peter Paige) ve Friends con su compañero de piso todos los jueves con un bol de palomitas. Y, en el capítulo “My Fault” (3x20) de Scrubs (Bill Lawrence, 2001-2010), el conserje (Neil Flynn) le dice al doctor John Dorian (Zach Braff) que todos están hartos de que su relación amorosa con Elliot Reid (Sarah Chalke), su colega, no cuaje de una vez. “¡Vamos, hombre!; ¡ya está bien!”, exclama. “Ni que fueseis Ross y Rachel”. “¿Quiénes?”, pregunta J. D. “El doctor Ross y Rachel, de contabilidad”, contesta el conserje.

En el episodio “My Cold Shower” (6x19) asistimos a este diálogo: “Tú y Elliot habéis pasado muchas cosas”, le señala el doctor Christopher Turk (Donald Faison) a J. D. “Lo habéis dejado y habéis vuelto más veces que Rachel y Ross en Friends”, apunta la enfermera Carla Espinosa (Judy Reyes). “Por favor, no soy para nada como Ross”, repone el aludido. “Por supuesto que no”, tercia el doctor Perry Cox (John C. McGinley). “Tú eres Rachel, ella es Ross”. Y, en “My Happy Place” (8x04), J. D. no quiere que Elliot y él sean de los que corren al aeropuerto para que el otro no se vaya lejísimos o discutan si estaban tomándose un descanso… porque había visto una maratón de Friends la noche previa.

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ABC

En el capítulo “Sexual Harassment” (2x02) de The Office (Greg Daniels, Ricky Gervais y Stephen Merchant, 2005-2013), Michael Scott (Steve Carell) divaga de esta manera: “Soy el rey de los reenvíos. Me gusta trabajar así. Con todo el mundo gastando bromas, con todo el mundo bromeando. Somos como en Friends. Yo soy Chandler y Joey. Y Pam [Jenna Fischer] es Rachel. Y Dwight [Rainn Wilson] es Kramer”, en alusión cómicamente errónea al personaje de Seinfeld (Jerry ídem y Larry David, 1989-1998) de Michael Richards. Y, en el episodio “Stan of Arabia, Part 1” (1x12) de Padre Made in USA (Mike Barker, Seth MacFarlane y Matt Weitzman, desde 2005), también se menciona a Ross y Rachel.

En “Orange You Sad I Did Say Banana?” (16x06), capítulo de El rey de la colina (Greg Daniels y Mike Judge, 1997-2010), Minh Souphanousinphone se está zampando Friends. En el capítulo “Bridesmaids Revisited” (6x16) de Las chicas Gilmore (Amy Sherman-Palladino, 2000-2007), Rory ídem (Alexis Bledel) y Logan Huntzberger (Matt Czuchry) se pelean y tienen a su propia chica de la fotocopiadora, y él, faltaría más, dice aquello de: “¡Estábamos tomándonos un descanso!”. En el episodio “Escaped” (2x02) de Navy: Investigación criminal (Donald P. Bellisario y Don McGill, desde 2003), Tony DiNozzo (Michael Weatherly) le espeta a Timothy McGee (Sean Murray) cuando aparece bronceado de más como Geller en “The One with Ross’s Tan” (10x03):

“Tú no ves Friends, ¿verdad? Lo mismo le ocurrió a Ross. Podrías haber aprendido del error de nuestro amigo, pero elegiste leer en lugar de eso”. ¿Su cuenta atrás también habría sido con Misisipis? En el capítulo “Swarley” (2x07) de Cómo conocí a vuestra madre (Carter Bays y Craig Thomas, 2005-2014) empieza con el grupo en un café similar al Central Perk, y Barney Stinson (Neil Patrick Harris) sentencia: “Quedar en una cafetería no mola ni la mitad que quedar en un bar”. Y en el episodio “Robbed a Stoner Blind” (2x08) de Me llamo Earl (Gregory Thomas García, 2005-2009), unos hippies les representn Friends a Earl (Jason Lee) y Randy Hickey (Ethan Suplee); y más tarde, imitan la intro con una piscina hinchable y unos paraguas.

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NBC

En el capítulo “Jack-Tor” (1x05) de Rockefeller Plaza (Tina Fey, 2006-2013), Liz Lemon entra en el despacho de Jack Donaghy (Alec Baldwin), que está viendo Friends, y este le pregunta si cree que Ross y Rachel acabarán juntos. Y en “SeinfeldVision” (2x01), Liz se prueba vestidos para la boda de Cerie (Katrina Bowden) y Jenna Maroney (Jane Krakowski) asegura que se parece a la Courteney Cox de Friends si se tapa un ojo. En “Subway Hero” (2x12), Dennis Duffy le dice a Liz que, por los vaivenes de su relación sentimental, ambos se asemejan a Ross y Rachel pero sin ser gais. El título de “The One with the Cast of «Night Court»” (3x03), al estilo de los de Friends, la homenajea porque en él participa Jennifer Aniston como Claire Harper.

En “Larry King” (3x12), Jack sale en busca de una enfadada Elisa Padriera (Salma Hayek), la descubre en la calle y le dice: “Estaba a punto de recorrer todo el aeropuerto, como Ross en Friends”. En “The Bubble” (3x15), Jenna va a la peluquería y comenta excéntricamente: “Un corte de pelo puede hacer o matar una carrera. Antes de Rachel, Jennifer Aniston era una gordita cualquiera que no podía conseguir trabajo”. Y en “Don Geiss, America and Hope” (4x15), Jack considera que “es un momento interesante para NBC”, que ha sido comprada por por la compañía Kabletown. “No como cuando Seinfeld, Friends y Urgencias [Michael Crichton, 1994-2009]. Más bien como cuando los episodios en 3-D de Merlín [Steve Barron, 1998]”.

Y, en “Let’s Stay Together” (5x03), un candidato a unirse a la NBC canta que la serie Outsourced (Robert Borden, 2010-2011) “es la nueva Friends”. En el capítulo “Maxxie and Anwar” (1x06) de Skins (Jamie Brittain y Bryan Elsley, 2007-2013), una chica rusa llamada Anka (Olga Fedori) explica que ha aprendido a hablar inglés viendo la famosa serie. En Las aventuras de Christine (Kari Lizer, 2006-2010), el título de sus episodios es el nombre de diversas ficciones televisivas, y su trama se relaciona con ellas; como en “Friends” (2x21). Y, en el capítulo “Breve historia de la filosofía” (6x18) de Los Serrano (Álex Pina y Daniel Écija, 2003-2008), Guille (Víctor Elías) lleva a una estadounidense al bar de su padre y le dice: “Esto no es como lo que has visto en Friends”.

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NBC

Y, en el episodio “Bienvenidos al mundo Serrano” (8x01), Guille besa a Teté Capdevila (Natalia Sánchez) al llegar a casa, y de inmediato se da cuenta de que su familia no sabe que vuelven a estar juntos. Así que le da otro beso a Celia (Jaydy Michel) y a Diego (Antonio Resines), como Chandler a Rachel y Phoebe después de Monica para despedirse antes de salir al trabajo en “The One with All the Kissing” (5x02), con el objetivo de que no se percaten de que mantiene una relación con esta última desde que estuvieron en Londres. Y, en el capítulo “Bag Ladies” (2x05) de Reglas de compromiso (Tom Hertz, 2007-2013), Russell Dunbar (David Spade) insiste en la mención más habitual sobre Friends: el embrollo amoroso de Ross y Rachel.

En “Hundred” (5x12), episodio de One Tree Hill (Mark Schwahn, 2003-2012), Skills (Antwon Tanner) le comenta a Peyton Sawyer (Hilarie Burton) de camino a la boda de Lucas Scott (Chad Michael Murray) y Lindsay Strauss (Michaela McManus): “Quizá Lucas diga el nombre equivocado en el altar como Ross hizo en Friends”. Durante su boda con Emily Waltham (Helen Baxendale) en el capítulo “The One with Ross’s Wedding: Part 2” (4x24), más concretamente. Y, en el episodio 2x474 de Yo soy Bea (Fernando Gaitán, 2006-2009), ídem Pinzón (Ruth Núñez) y Álvaro Aguilar (Alejandro Tous) reproducen el numerito de baile de Monica y Ross en “The One with the Routine” (6x10), aquel del instituto que querían representar en la grabación televisiva de Fin de Año.

En el capítulo “Mr. Monk and the Foreign Man” (8x02) de la serie homónima (Andy Breckman, 2002-2009), el protagonista (Tony Shalhoub) enseña al nigeriano Samuel Waingaya (Adewale Akinnuoye-Agbaje) a hacer la colada en una lavandería a su modo rarísimo, y este le dice que lleva años viendo a los amigos por televisión y no la hacen así: “La serie Friends, con Jennifer Aniston, Lisa Kudrow...”, especifica luego. En el episodio “Running on E” (6x04) de Entourage (Doug Ellin, 2004-2011), David Schwimmer se interpreta a sí mismo, y Ari Gold (Jeremy Piven) le confiesa que siempre ha sido “su amigo favorito”. Y, en “Scared Straight” (6x11), Terrance McQuewick (Malcolm McDowell) pondera sus ganancias por los derechos de Seinfeld y Friends.

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NBC

En “Social Psychology” (1x04), capítulo de Community (Dan Harmon, 2009-2015), Annie Edison (Alison Brie) le pide un favor a “su amigo” Abed Nadir, y este contesta: “Vaya, no me había dado cuenta de que éramos buenos amigos. Me imaginé que éramos más bien como Chandler y Phoebe, que en realidad nunca tienen historias juntos... Bueno vale; lo haré, seré Chandler”. En “Communication Studies” (1x16), Abed le habla a Jeff Winger (Joel McHale) de que, “cuando Chandler vio a Rachel desnuda en Friends, para igualar el marcador, Rachel necesitaba ver el pene de Chandler”. En el episodio “The One with the Boobies” (1x13). Y, en “Modern Warfare” (1x23), Abed asevera que la falta de química y tensión sexual entre Jeff y Britta Perry (Gillian Jacobs) “les impide ser Friends”.

En el capítulo “Una cabra, cinco leones y un presidente con un pavo en la cabeza” (4x01) de La que se avecina (Alberto y Laura Caballero y Daniel Deorador, desde 2007), Antonio Recio (Jordi Sánchez) mete la cabeza dentro de un pavo cocinado, igual que Joey y Monica en “The One with All the Thanksgivings” (5x08), pero los de ellos no habían pasado aún por el horno. En el episodio “Theatricality” (1x20) de Glee (Ian Brennan, Brad Falchuk y Ryan Murphy, 2009-2015) no enteramos de que Rachel Berry (Lea Michele) se llama así porque sus padres adoptivos eran fanáticos de Friends.

En “Chocolate Milk” (2x02), capítulo de Brooklyn Nine-Nine (Dan Goor y Michael Schur, desde 2013), el detective Jake Peralta (Andy Samberg) le dice al sargento Terry Jeffords (Terry Crews) que es como todos los personajes de Friends, y los nombra pero no es capaz de recordar a Ross. Y, en el episodio “Don’t Take My Sunshine Away” (3x16) de This Is Us (Dan Fogelman, desde 2016), Sophie (Alexandra Breckenridge) habla con Kevin Pearson (Justin Hartley) de la serie. Y esta es la última de las más de sesenta referencias en series relevantes a una de las sitcom más influyentes de la historia.

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